Doña Marta Elisia Max, una mujer de 51 años, nunca tuvo la oportunidad de estudiar durante su niñez, fue inscrita pero asistió poco tiempo.  De niña sufrió abusos por parte de adultos que debían cuidarla y protegerla, el resultado: tuvo que dejar de estudiar, se dedicó a tejer huipiles, una habilidad que ya dominaba en el telar de cintura, fue su trabajo prácticamente desde los seis años, lamentablemente de los ingresos que recibía, todo lo entregaba para el cuidado y mantenimiento del resto de sus medios hermanos.

La cultura y el contexto fue factor para que al trasladarse de residencia, su situación no mejorara, siempre se le negó el derecho a estudiar porque los familiares adultos consideraban que una mujer no necesitaba superarse académicamente.

Durante toda su infancia y juventud, Marta soñó con convertirse en maestra, pero ese anhelo se desvanecía frente a las carencias económicas y al entorno hostil en el que creció. Sin embargo, no se rindió del todo; años más tarde, su deseo de acercarse a Dios la llevó a aprender a leer y escribir por su cuenta, utilizando únicamente su Biblia y la guía que encontró en la iglesia.

Hoy en día, Marta tiene la oportunidad de estudiar gracias al Programa Me Educo, y lo hace con entusiasmo y gratitud. Su esposo y sus hijos la apoyan, la animan y la ayudan en este proceso, brindándole el respaldo que nunca tuvo en su infancia. Aunque reconoce que le es muy difícil, mantiene la fe y la esperanza de que, a pesar de su edad, con esfuerzo y perseverancia logrará cumplir su sueño de ser maestra.

Agradece a Fundación Ramiro Castillo Love porque es la primera vez que escucha que hay un programa para personas como ella, adultas, que pueden continuar sus estudios, combinando su rol de madre y trabajadora, con esta etapa como estudiante del nivel primario. Está contenta porque recibió sus libros y sus útiles escolares y además cuenta con el apoyo de su tutor para que la oriente en el proceso educativo.