Geny tiene 16 años y vive en una comunidad rural donde muchas niñas crecen aprendiendo a tejer, porque es una de las pocas formas que tienen de ganar dinero y apoyar en la economía del hogar. Ella empezó a tejer observando a su mamá y a sus tías. Con el tiempo fue perfeccionando su trabajo, y aunque es algo que le gusta, siempre supo que quería algo más, soñaba con seguir estudiando, pero sabía que en su familia no era fácil.

Hace dos años se graduó de sexto primaria, con muchas ganas de seguir adelante, pero por falta de recursos tuvo que dejar los estudios. Permaneció en casa, ayudando con los oficios, dedicándose al tejido y trabajando como niñera para aportar en casa. Fue un tiempo complicado para ella, no solo por las responsabilidades que asumió tan joven, sino porque sentía que sus sueños de superarse se iban quedando atrás. A pesar de eso, nunca perdió las ganas de aprender, ni la esperanza de tener otra oportunidad.

Este año escuchó hablar del programa Reescribiendo mi Futuro y decidió ingresar. Ha demostrado ser entusiasta, responsable y con muchas ganas de superarse. Esta motivada con seguir aprendiendo cosas que antes le resultaban difíciles como las matemáticas; ahora le son más fáciles de comprender.

En el programa se ha sentido apoyada, y eso ha hecho una gran diferencia. Ella misma dice que antes pensaba que no podía, pero ahora está segura de que sí es capaz.

Geny es una joven con mucho potencial, tiene metas, disciplina y una actitud positiva que la ha hecho destacar dentro del grupo. Geny sigue tejiendo, porque el tejido es parte de su historia, pero ahora también teje sueños: sueños nuevos, sueños grandes.

Agradece con el alma a la Fundación Ramiro Castillo Love por creer en jóvenes como ella, que no nacieron con todas las oportunidades, pero sí con toda la fuerza para salir adelante.